jueves, 28 de abril de 2011

2011 Jugando con la Playbook


Hace tres semanas tuve la oportunidad de juguetear un poco con la tableta de RIM, la Playbook. Digo juguetear porque tampoco pude realmente pasar de toquetearla un poco, intentar torturarla poniendo todas las aplicaciones a correr a la vez, hacerle alguna foto y marear a mis amigos de RIM con preguntas a lo largo de una hora y pico. No estoy en condiciones, por tanto, de hacer una evaluación como correspondería, más allá de unas primeras impresiones.

Los dos dispositivos que probé eran experimentales, sin logotipos o literalmente “con los cables colgando”, pero en fin, para eso está la confianza :-) En ese momento me pidieron que me esperase un poco para contar mis impresiones, pero ya con el dispositivo en fase de comercialización en Estados Unidos y Canadá y con la red llena de comentarios al respecto, estimo que mi espera ha sido ya más que prudente.


¿Impresiones? En general, buenas. Procesador dual-core muy, muy potente, y sistema operativo, basado en QNX, capaz de tirar de lo que sea. En un momento dado llegué a reproducir vídeo en HD mientras jugaba a algo y ejecutaba varias aplicaciones más sin que el dispositivo manifestase la más mínima ralentización. En ese sentido, muy bien: la arriesgada apuesta de RIM por una mayor apertura a través de la adquisición de QNX, a pesar de conllevar la durísima decisión de renunciar a años de desarrollo de BlackBerry OS, parece haber conllevado una integración más que razonable con los dispositivos. En la evolución de todo desarrollo llega un momento en que el sistema se vuelve demasiado grande y pesado, y BlackBerry OS podía, para muchos, haber llegado a esa fase. Saltar ahora a un desarrollo tan minimalista como QNX, un sistema operativo de tiempo real POSIX con implementación microkernel habitual de sistemas empotrados, económico en el uso de memoria y puede llevar aparejada una verdadera ventaja.

Las decisiones de desarrollo parecen razonablemente estudiadas. Si bien la idea de una tableta que depende de un smartphone para funciones importantes podría resultar poco atractiva, el poder ofrecer a administradores de sistemas corporativos, la gran fortaleza de RIM, estándares sostenidos de seguridad en un segundo dispositivo puede tener su interés. Una vez pareado, de hecho, prácticamente te olvidas de que es así (salvo en operadoras del siglo pasado de esas que tiemblan al oír la palabra “tethering”, claro), y la sensación no es en absoluto la de ser “una pantalla grande para tu BlackBerry”. En mis pruebas, y teniendo en cuenta que soy usuario encantado de iPad desde hace tiempo, que no echo de menos Flash para nada y que esperaba cierta desilusión debido al menor tamaño, el nivel de satisfacción fue sorprendentemente elevado. Detalles como que la totalidad de la superficie – incluyendo bordes –  sea táctil y la disponibilidad de gestos de arrastre intuitivos y sencillos hicieron que la experiencia percibida fuese bastante buena.

Sinceramente, más que el dispositivo, me llamó la atención su sistema operativo y lo que puede venir de su adopción genérica por parte de una marca a la que BlackBerry OS parecía ya pesarle hasta el punto de significar un lastre. Todo apunta a que el mercado tablet estará dominado por Apple hasta como mínimo 2015. Pero la Playbook, a pesar de una concepción aparentemente limitada y dependiente de otro dispositivo, y de una falta de aplicaciones de la que también adolecen en este momento todos los dispositivos de la marca (y que la adopción de QNX podría contribuir a solucionar), no tiene mal color de cara a un mercado corporativo y a un tipo de usuario que jamás se aleja de su BlackBerry más allá de veinticinco centímetros.

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