En ningún lugar del mundo la gestión de los derechos de autor causa tanta polémica como en España. Y en ningún lugar del mundo los creadores han adoptado con tanta fuerza las licencias Creative Commons, alternativa al tradicional y restrictivo "todos los derechos derechos".
El físico Ignasi Labastida, que actualmente trabaja en la Oficina de Difusión del Conocimiento de la Universitat de Barcelona (UB), lideró el proceso de importación y adaptación de estas licencias creadas en Estados Unidos al marco legal español y continúa presidiendo Creative Commons España.
El físico Ignasi Labastida, que actualmente trabaja en la Oficina de Difusión del Conocimiento de la Universitat de Barcelona (UB), lideró el proceso de importación y adaptación de estas licencias creadas en Estados Unidos al marco legal español y continúa presidiendo Creative Commons España.
-¿Cómo introdujisteis las licencias Creative Commons en España?
-En la UB detectamos que había profesores que querían poner su material docente en la red, ofreciéndolo para que la gente lo reutilizara pero también reservándose algunos derechos. En aquel momento el MIT había lanzado una campaña anunciando que colgaría todo su material docente en la red y descubrimos las Creative Commons, que habían hecho unas licencias a medida del MIT. Nosotros creamos las licencias UB Creative Commons y también hicimos la adaptación de las licencias a la legislación española.
-¿Cuándo entraron en vigor?
-El 1 de octubre de 2004 hicimos el lanzamiento oficial de las licencias y desde entonces están disponibles en su versión española, que no es sólo una traducción sino también una adaptación.
-¿Tienen el mismo valor legal que la C de copyright?
-Se basan en el copyright o lo que aquí deberíamos llamar derechos de propiedad intelectual o derechos de explotación. El autor, por el mero hecho de crear una obra, tiene unos derechos y la decisión exclusiva de qué se hace o qué no se hace con su obra. Las licencias Creative Commons lo que permiten es autorizar determinados usos a priori, sin tener que pedir permiso.
-¿Cómo funcionan?
-En la red a veces había el concepto erróneo de que todo lo que hay disponible, si no se dice lo contrario, es de libre disposición. Pero la ley dice todo lo contrario, que no decir nada equivale a decir todos los derechos reservados. Si se quiere decir algo distinto, hay que explicitarlo y las licencias Creative Commons, básicamente, sirven para esto. Todas permiten la reproducción, la copia, la distribución y la comunicación pública, sin usar de manera comercial la obra y siempre citando la autoría y manteniendo la misma licencia.
-¿Qué implicaciones tienen estas licencias en la distribución del conocimiento?
-Ponen unas reglas de juego para los que opinan que el sistema de todos los derechos reservados no les es útil. Hay creadores que no quieren que les impongan este marco legal. Quieren que su obra vaya más allá, que la gente la coja, la cuelgue en otro lado, que todo el mundo pueda acceder a ella y que lo hagan sin tener que pedir permiso.
-¿Para ello, hay que usar la CC de Creative Commons y no la C simple de Copyright?
-La C se puede mantener siempre, porque indica quien es el titular de la obra. Pero si debajo de la C grande ves la CC, entonces puedes investigar rápidamente qué tipo de uso se puede hacer. Hay seis tipos de licencias, desde la que lo permite casi todo con la condición de citar la autoría hasta la más restrictiva, que no permite usos comerciales ni obra derivada. Sirven para música, imagen, texto… lo que sea.
-¿Sirven para defender ante el juez los derechos de un creador?
- En el estado español no ha habido ningún juicio por infracción de una de estas licencias, pero en Holanda ya hace tiempo que sí y fue condenado un diario que se había bajado de Internet unas fotos personales publicadas con licencia Creative Commons. Tiene que haber un respeto: ofrecer las obras con este tipo de licencia no significa que sea barra libre. Hay unas condiciones que también hay que cumplir. Hay unas facilidades de uso, pero también hay unos límites y hay que respetarlos.
-¿El copyright y los derechos de autor tradicionales dificultan la circulación de la información y la cultura?
-El problema en la ley es que está muy retrasada en relación a los usos que tenemos ahora con la tecnología. Copiar no tiene ningún coste y ponerle muchas trabas es complicado. Quizás habría que hacer una reflexión de verdad sobre una actualización de la ley. No es algo que pueda hacerse a nivel estatal, sino a nivel global. Ya no europeo, sino internacional. Hay propuestas sobre la mesa, pero a los que hasta ahora les ha ido más o menos bien quieren que la ley se cambie a favor suyo, como han hecho siempre, extendiendo los derechos de autor y limitando los usos que se podían hacer. Al final lo que conseguiremos es que todo el mundo esté fuera de la ley. Quizás se tendría que reconocer que negocios que funcionaban hace 20 o 30 años actualmente no pueden funcionar.
-¿En España es donde hay más licencias Creative Commons?
-Nosotros no controlamos cuantas licencias se usan, porque son gratuitas y no hace falta que nadie nos pida permiso para usarlas. El propio creador le estampa la licencia a su obra y ya está. Pero lo que sí se puede ver son las lecturas en la red y hay una gente que creó una aplicación que busca en todas las páginas que tienen Creative Commons. Las licencias españolas dan más de 10.200.000 resultados y es el primer resultado en búsquedas locales.
-¿Cómo se explica?
-En primer lugar por la lengua, porque aunque hay países latinoamericanos donde siguen recurriendo a las licencias españolas sin darse cuenta que ya tienen sus propias licencias. Otra explicación pueden ser los problemas con las entidades de gestión y que gente que no quiere estar en ellas apueste por las licencias Creative Commons, aunque quizás no entiendan como funciona. Una curiosidad es que en España la licencia más utilizada es la más abierta y esto es algo que hay que elegir. Para esto sí que no tengo ningún tipo de explicación.
-¿Las licencias Creative Commons son antisistema?
-Nosotros siempre hemos intentado huir de esta etiqueta. Yo hablo con la SGAE o la Generalitat y también con la casa okupada. Lo importante es el autor y a mi me merece el mismo respeto un autor antisistema que un autor pro-sistema. Yo tengo que hablar con todos y encontrar la solución para que usar la licencia sea posible en cualquier caso. Lo que me preocupa es que un autor no pueda elegir libremente la licencia que él quiera. También me preocupa que las administraciones públicas sigan usando los modelos tradicionales de todos los derechos reservados. A veces lo hacen por defecto, sin pensar. Con la Generalitat llevamos mucho tiempo hablando de la reutilización de los contenidos, de porqué utilizar un sistema cerrado cuando valdría la pena abrirlo. Tienen muchos datos que podrían generar negocios y mover la economía. En Estados Unidos, por ejemplo, los datos geoespaciales son libres y cualquiera puede montar un sistema como Google Maps. En Europa, en cambio, los tienen las empresas. La administración debería optar por modelos mucho más abiertos.
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