jueves, 1 de abril de 2010

Energía Solar en el Hogar Al alcance de Todos????

La contaminación atmosférica, el efecto invernadero, la lluvia ácida y el cambio climático producido por el abuso de fuentes de energía nocivas, hacen que sea cada vez más necesaria la búsqueda y aprovechamiento de energías alternativas: más renovables y menos contaminantes.
Y la energía solar, comparada con las energías tradicionales, respeta más el medio, su obtención es gratuita y sus recursos son inagotables, con lo que reduce nuestra dependencia del petróleo o de otras energías contaminantes y contribuye a reducir el efecto invernadero producido por las emisiones de CO2 y, por tanto, el cambio climático. Además, su implantación no afecta a la calidad del aire ni de los suelos y las instalaciones solares son silenciosas además de perdurar entre 20 y 30 años.
España, por su privilegiada climatología, se encuentra favorecida para su uso respecto al resto de países europeos. Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), sobre cada metro cuadrado del suelo inciden al año 1.500 kilowatios-hora de energía. Sin embargo, el desarrollo de instalaciones de energía solar en nuestro país está muy limitado, principalmente por la necesidad de una inversión inicial y la falta de concienciación ecológica. Aún así, a lo largo de los últimos años se han abaratado los costes y las instalaciones solares cuentan ya con importantes ayudas y subvenciones por parte de las instituciones para intentar fomentar su consumo. Electricidad y Calor
La energía solar puede aprovecharse de manera directa en el hogar, con una simple orientación beneficiosa y una arquitectura favorable de la vivienda, o bien de manera indirecta mediante convertidores, de los que se puede obtener calor (energía solar térmica) o electricidad (energía solar fotovoltaica).
A través de la energía solar fotovoltaica la energía se transforma en electricidad por medio de paneles solares fotovoltaicos. La instalación está compuesta por un generador fotovoltaico y un sistema acumulador de energía opcional, que permite la acumulación de la electricidad obtenida para su uso si la instalación esta en un lugar aislado o no conectado a la red eléctrica convencional. En este caso, la energía eléctrica que producen las placas fotovoltaicas se acumula en baterías, que garantizan una autonomía de 4 o 5 días y aseguran el suministro hasta en las peores condiciones climáticas.
Pero sin embargo, si los sistemas están conectados a la red eléctrica, ni siquiera es necesario acumularla, pues toda la energía eléctrica que se produce a través de las placas solares es suficiente para el autoabastecimiento y sus excedentes se venden directamente a la compañía eléctrica, de tal forma que se aporta al sistema general energía eléctrica producida de forma limpia. La compañía compra esa energía a un precio de hasta 0,41 euros/kwh, mientras que la que compra el usuario se paga a un precio inferior, 0,09 euros por cada kwh que se consume. Por este motivo, al instalar en el tejado o en el terreno de la casa una instalación conectada a red para vender energía, se puede decir que no sólo se vende lo que sobra de energía, sino todo lo producido, pues el precio al que se compra esta es muy superior a su precio de mercado, debido a subvenciones públicas.
Normalmente, en verano se genera más electricidad debido a la mayor duración del tiempo de sol. En los días nublados también se genera electricidad, aunque el rendimiento se reduce por la menor intensidad de la radicación.
La energía solar térmica, sin embargo, aprovecha el sol para conseguir agua caliente, calefacción, climatización de piscinas o sistemas de refrigeración solar con un ahorro energético que puede alcanzar el 100%. Para lograr este tipo de energía es necesario un sistema de colectores solares, que captan la radiación solar, y que constan de una caja negra hermética con superficie de cristal que se calienta al incidir en ella la radiación solar y que, a su vez, calienta el líquido que circula por las tuberías situadas en su interior. El agua calentada se almacena en un depósito para asegurar el abastecimiento cuando se produzca la demanda.
Esta tecnología, que es más cara que la fotovoltaica, presenta algún inconveniente a la hora de conseguir calefacción en días con mal tiempo climático. Sin embargo, las aplicaciones agrícolas de esta energía son muy amplias. Con invernaderos solares pueden obtenerse mayores y más tempranas cosechas; los secaderos agrícolas consumen menos energía si se combinan con un sistema solar y pueden funcionar plantas autónomas de purificación o desalinización de aguas, sin consumo de combustible.
Costes y subvenciones
La inversión inicial que requiere una instalación solar fotovoltaica es alta, por ejemplo, el precio de la instalación y el equipo para un edificio de 20 viviendas ronda los 40.000 euros (2.000 euros por casa). La vida útil de las placas -serían necesarias entre 40 y 50- es de unos 25 años. En una vivienda unifamiliar, ocupada por tres o cuatro personas y con una superficie de 100 metros cuadrados, el coste de un sistema capaz de generar el 70% de la energía necesaria se mueve entre los 3.000 y 5.000 euros, dependiendo de la configuración de la vivienda y de su ubicación. Un modelo de mayor potencia, que también cubra el consumo de la calefacción y con capacidad para ahorrar un 40% del gasto energético, asciende a los 12.000 euros. Pero esta fuerte inversión se puede amortizar en un plazo aproximado de diez años, gracias a las subvenciones y ayudas que las instituciones ofrecen por ser energía de origen renovable, y debido al precio que las compañías eléctricas pagan por la electricidad producida. Por tanto, se pueden obtener beneficios durante aproximadamente quince años.
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) subvenciona en la actualidad el 30% del importe de la instalación. Además, el Instituto de Crédito Oficial (ICO) ofrece créditos blandos a 10 años por el 80% del coste de la inversión. Y las comunidades autónomas también ofrecen ayudas que pueden añadirse a las recibidas por las instituciones estatales. La única limitación que marca la legislación europea es que ninguna actividad con ánimo de lucro puede recibir más de un 51% de ayuda. Es el caso de las instalaciones fotovoltaicas conectadas a red, en las que el propietario vende la energía producida a la compañía eléctrica.
A las facilidades administrativas hay que sumar el ahorro en la factura que pagan los hogares, además de los beneficios medioambientales que suponen las energías renovables, al reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera y el consumo de materias primas.
Durante los últimos años las instalaciones solares se han abaratado más de un 20%, y de cara al futuro los expertos auguran que se mantendrá esa tendencia, como consecuencia del aumento de instalaciones. Por ejemplo, la energía solar térmica, se ha extendido por el sector inmobiliario español y son ya muchas las administraciones que exigen la instalación de estos sistemas de producción de energía renovable en las viviendas de nueva construcción y en las rehabilitadas. De hecho, la Junta de Andalucía será la próxima Comunidad en adoptar la directiva europea sobre ahorro energético en edificios, de obligatorio cumplimiento a partir del próximo 1 de enero.
En cuanto a la energía solar fotovoltaica, en el 2005 el Gobierno introdujo en el Código Técnico de la Edificación (CTE) la obligatoriedad de instalar paneles solares tanto en los nuevos edificios como en aquellos que se vayan a rehabilitar. Por otro lado, el Plan de Fomento de las Energías Renovables prevé la instalación de 4,5 millones de metros cuadrados de paneles hasta el año 2010.

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