“Ciudades sustentables”. A primera vista, parecería un  concepto contradictorio. Una ciudad que depende de la energía para su  iluminación, del ingreso de camiones para la provisión de alimentos y  productos, que posee aeropuertos, donde sus habitantes son grandes  consumidores de recursos y generadores de cantidades enormes de  desechos, y donde la contaminación no sorprende a nadie, ¿puede llegar a  ser sustentable? En una ciudad que depende de fuentes de energía no 
renovables,  ¿se puede hablar de sustentabilidad?
 

 
 
Por definición, una ciudad sustentable estará constituida de  viviendas autosuficientes, capaces de satisfacer por sí mismas las  demandas energéticas de quienes la habiten. Existirá un sistema de  recolección y tratamiento de residuos eficiente, transporte público  menos contaminante, conciencia ambiental, espacios verdes, legislaciones  y normativas acordes que contemplen y resguarden la calidad de vida de  los ciudadanos y su entorno, y, por sobre todo, habrá educación,  asesoramiento y herramientas que les permitan participar activamente del  cuidado de la ciudad que habitan. Quizás por eso es conveniente hacer  referencia a “ciudades más sustentables”, un concepto que, hoy en día,  se está desarrollando cada vez más en muchos lugares del mundo y que  apunta, justamente, a lograr un equilibrio entre consumo y cuidado  ambiental, entre uso de recursos naturales y responsabilidad, entre  satisfacer las necesidades del hombre y la concientización. Y todo esto  se logra implementando métodos y herramientas actualmente vigentes y  disponibles. Una ciudad más sustentable apuntará a aumentar los espacios  verdes, que producen oxígeno, absorben el 
agua de  lluvia evitando inundaciones, significan un contacto con la naturaleza y  poseen la capacidad de contener vida animal y vegetal. En este concepto  se incluye a las azoteas vivas o techos verdes, que consisten en cubrir  las terrazas de las edificaciones con un manto de tierra y vegetación.  Por otro lado, y en lo que respecta al consumo ético responsable, los  productos, en especial los alimenticios, deberían provenir de zonas  linderas. De esta manera, se reducirá drásticamente el gasto energético  del traslado. Como sucede en la mayoría de las ciudades, el transporte  público es indispensable para la movilidad de los ciudadanos. En este  caso, se propone el uso de aquellos energéticamente eficientes y de baja  contaminación, como el subte, el tranvía y los 
ecobuses. De  igual manera, una sociedad ambientalmente responsable y concientizada  trabajará por la reducción y el reciclado de sus desechos, y el Estado  le brindará las pautas de separación de residuos estipuladas para que el  ciudadano las lleve a cabo.
 
Como se ve, todos estos métodos pueden verse en varios lugares del  mundo. Costa Rica, Chile, España, Canadá son sólo algunos de los países  que poseen ciudades más sustentables. Una de las emblemáticas es 
Vauban, en Alemania, un barrio que posee casas con  paneles solares fotovoltaicos, donde los ciudadanos se movilizan en  bicicleta o a pie, donde cada uno cultiva su propia huerta, y en el que  los residuos, los espacios verdes y la educación no son tomados a la  ligera.
 
Podemos aspirar a un barrio, o a un pueblo, incluso a un consorcio de  vecinos más sustentable. La diferencia la marcará nuestra iniciativa y  la seriedad con la que asumamos el compromiso de trabajar “en equipo”  por una comunidad más sana y en armonía con la naturaleza.
 
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