Las empresas que ponen a sus empleados en el primer lugar son las que ocupan los primeros lugares”. Así concluye una investigación efectuada conjuntamente por Accenture y SAP  en la que se analizaron los procesos para el desarrollo del Capital  Humano y su efecto en sus resultados de negocios, en un grupo de  empresas de diferentes áreas de la industria.
Sin  embargo, el 76% de altos ejecutivos (CEO’s, CFO’s y HRO’s) de 189  corporaciones encuestadas por SAP manifestaron que no veían relación  entre sus inversiones en capacitación y sus resultados de negocios.  Entonces, ¿estamos desarrollando nuestro capital humano con la misma  rigurosidad que lo hacemos con otros activos de la empresa? La gestión  del conocimiento no es otra cosa que un esfuerzo por convertir el  conocimiento en algo tangible y transformarlo en capital valioso para la  empresa. Parece claro que la creciente voluntad de invertir en mejorar  el desempeño de las personas choca sistemáticamente con la imposibilidad  de demostrar resultados. En el caso concreto de la formación y el  entrenamiento, existen 2 poderosas razones:
- a. La oferta de formación (QUE tienen que aprender) apenas tiene relación alguna con lo que las personas realmente necesitan para hacer mejor su trabajo. Tratan de aprender cosas que no necesitan para nada y además en el momento que no lo necesitan.
- b. La forma en que tratamos de que aprendan (COMO lo deben aprender) no tiene nada que ver con la forma en que realmente aprenden las personas. Para aprender hay que practicar, hay que hacer, no basta con escuchar a un profesor leer sus diapositivas de PowerPoint como si estuviese en un karaoke. El aula, tal y como la conocemos, es un enemigo del aprendizaje.
En estas circunstancias, no es extraño que los directivos desconfíen  de las promesas que les hacen los departamentos de formación.
Y es ante estos 2 problemas, ante los cuales el SCC Story Centered Currículum, metodología ideada por Roger Schank,  ofrece una poderosa herramienta que permite precisamente garantizar que  las personas aprendan aquellas tareas imprescindibles para
- mejorar el proceso de negocio en que están involucrados
- y mejorar su desempeño y lo hagan de una manera eficiente, es decir, mediante simulaciones donde pueden practicar sin temor a equivocarse las situaciones que les esperan al día siguiente en su trabajo y con la ayuda de expertos que les ofrecen feedback permanente.
No hay, hoy en día, directivo que se precie que no incluya en su discurso el término conocimiento  y su derivado gestión del conocimiento. Según los medios de  comunicación, vivimos inmersos en la sociedad del conocimiento (aunque  yo prefiero pensar que vivimos en la sociedad del aprendizaje) pero  realmente muy poca gente entiende bien de que se trata y en que se  diferencia de la recién pasada Sociedad de la Información. La realidad  es que estamos sobresaturados de información pero no de conocimiento. El conocimiento no es lo que creemos que es.  Google no es una fuente de conocimiento, como tampoco lo es un  PowerPoint sobre técnicas de venta, una base de datos, un libro de  liderazgo o este artículo. El conocimiento no es un objeto ni un  contenido, no se puede transmitir ni circula por las redes. Ni siquiera  un curso entrega conocimiento ya este se construye en la práctica y no  escuchando a alguien más experto contar lo que sabe,
Parece obvio que en la sociedad del conocimiento, la clave es … el  conocimiento que curiosamente está en … las personas. Por eso resulta  difícil considerarlo como capital intelectual de la empresa porque  cuando los empleados se marchan, se lo llevan consigo y lo que queda en  la empresa es la cáscara, casi la sombra de ese conocimiento y poco más.  Si todos los empleados de IBM se intercambian con los de General  Motors, ambas empresas quebrarían inmediatamente aunque los procesos,  los clientes, los sistemas, los productos, los accionistas, todo  siguiera en su sitio.
Como dijo Heráclito hace ya mucho tiempo, “Lo único constante es el cambio”.  El cambio es permanente pero no es nuevo, siempre ha existido y la  reacción y la alergia al cambio también. Quizás lo novedoso sea la  velocidad con que ocurre y lo difícil de predecir que es. De lo único  que podemos estar seguros es que cada vez el cambio será más acelerado.  Sabemos que el conocimiento que nos sirve hoy, es posible que mañana no  nos sirva y aprender por adelantado ya no es suficiente.
Hay múltiples factores que debilitan la eficiencia y eficacia del  factor humano en la empresa moderna y que provocan esta situación de  cambio vertiginoso:
- Mercados cambiantes
- Regulación cada vez más exigente
- Competencia feroz
- Presión de los ejecutivos por mejores resultados
- Obsesión por procesos más eficaces y mejora de la gestión
- Procesos de outsourcing
- Lanzamiento continuo de nuevos productos y servicios y productos con ciclo de vida corto
- Énfasis en disminución costos
- Innovación tecnológica casi diaria
- Integración de la cadena suministros
- Cada iniciativa se convierte en un proyecto de inversión con su correspondiente plan de negocio
- etc.
Este contexto provoca un desajuste entre las capacidades de las  personas y las habilidades que les exige la organización. Exige también  cambios en la forma de trabajar de las personas (se habla de la empresa  en red, del trabajo colaborativo, de trabajador virtual), y exige además  a las personas ser capaces de hacer cosas distintas y no solo hacer  mejor lo que ya hacen:
- Tienen necesariamente que mejorar su desempeño
- pero también adquirir nuevas competencias y aprender a aprender.
Hay estudios que indican que 80% del conocimiento que utilizamos en  el trabajo estará obsoleto en 5 años. Una persona de mi generación se  desempeñará en promedio en 12 trabajos a lo largo de su vida y un  porcentaje muy grande de la población activa no trabaja en la profesión  que estudió en la universidad y su profesión actual ni quiera existía en  esa época.
En todos estos casos hay un factor común y es la necesidad de las  organizaciones de ayudar a las personas a adaptarse a los cambios. Las  empresas se ven enfrentadas a desafíos de aprendizaje continuo en  ambientes de cambio permanente y si no pueden mantener el ritmo,  simplemente desaparecen. No sobreviven los más inteligentes sino los más  capaces de adaptarse al cambio.
 

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