¿Cuál es la frontera entre el  comportamiento humano predecible y el espontáneo y cómo podemos medirlo y  analizarlo para elaborar patrones de comportamientos futuros? Esa es la  pregunta central de Bursts. The hidden patterns behind everything we do (2010. Dutton, New York), el nuevo libro de Albert-Lászlo Barabási. El  físico húngaro de la Universidad de Notre Dame y autor de Linked  señala que podemos predecir cómo se moverá un electrón y enviar un  robot a Marte, pero nos cuesta explicar o predecir el comportamiento de  los seres humanos en un mundo con muchos homebodies y algunos pocos globetrotters que rompen los patrones. Aunque  la mayoría de nuestras acciones están conducidas por leyes, patrones y  mecanismos similares en predicción y reproducción a las que existen en  la naturaleza, estudiar qué es normal y qué es único en la actividad  humana es de una enorme complejidad. 
Muchos científicos suscriben al  paradigma de que el comportamiento humano es aleatorio, impredecible,  indeterminado, episódico, irregular; pero Barabási en Burst afirma que esta teoría es errónea. Según el autor, internalizamos  patrones y predecimos eventos que obedecen a las leyes de la  naturaleza, pero los eventos humanos son difíciles de predecir. Aunque  difícil no es imposible. El eje disruptivo actual nuevamente son las TIC  y la Web social. En el pasado no teníamos herramientas para explorar el  comportamiento humano y hoy, con todo el poder computacional que nos  rodea y trackea nuestros actos, esto resulta más accesible a los científicos  (la predicción del tiempo comenzó a ser efectiva cuando se pudo  gestionar y procesar con rapidez toda la data y variables existentes).
Se podría definir la palabra Bursts como una explosión de actividad.  Las x cantidad de veces que clickamos sobre la Web en un día dado no se  distribuyen con uniformidad, sino que son concentrados en pocos bursts  distintivos. Lo mismo sucede con los correos electrónicos. La mayoría  de emails son enviados en ráfagas de tiempo, no en forma constante  durante todo el día. Así es con todas las actividades que realizamos. Más  allá de movimientos exóticos, la mayoría de la vida de los individuos  está confinada a un círculo físico estable, limitando nuestra movilidad a  unos pocos y delineados lugares. El caso es que ahora podemos medir con  eficiencia también la entropía, o sea el grado de desorden de un  sistema dado.
Una parte del libro se enlaza con el capítulo introductorio de mi libro Geekonomía: "In  the past, if you wanted to understand what humans do and why they do  it, you became a card-carrying psychologist. Today you may want to  obtain a degree in computer science first" (2010: 11). O sea, Barabási enfatiza sobre el poder de los geeks  en la economía, la sociedad y la ciencia a través de su rol central en  el diseño y la comprensión (son los administradores de toda la data  circulante) de las redes sociales. Sin ir muy lejos, tenemos el modelo  de negocio de Google: construir un mapa del comportamiento humano. En  ese particular caso, Barabási señala que el Don't be evil de  Google tiene un agujero negro, ya que no facilita información de la data  extraída del consumo de la Web (sus investigadores no publican sus  investigaciones ni sus hallazgos sobre el comportamiento de las personas  en la red). Las tecnologías digitales crean un laboratorio que en complejidad y detalles supera a toda la data accesible hasta ahora. Para el autor, el nuevo problema es la privacidad prospectiva, o sea ¿quién es el dueño de nuestra información del futuro?
Siempre según Barabási, el ser  humano tiene un deseo constante de moverse todo el tiempo en base a  tareas, motivaciones y responsabilidades y los sistemas estacionarios y  repetitivos son los que dan cierta estabilidad a nuestras vidas. Pero la  historia no es repetitiva, ni lo son nuestros deseos y motivaciones.  Para fortalecer su análisis, Barabási analiza dos casos concretos: 1) el proyecto de Hasan Elaki,  quien a partir de ser perseguido por el FBI por su condición de  musulmán, comparte todos sus movimientos cotidianos y transmite sus  patrones de comportamiento en la red; 2) whereisgeorge.com  un trabajo que estudia el recorrido de billetes de dólar en EEUU. El  estudio de la trayectoria aleatoria de los billetes sugiere que nuestros  patrones de movimiento son impredecibles. Podríamos tomar cientos de  ejemplos de tracking social. Se me ocurre Foursquare, con su check-ins de espíritu competitivo.
Un ejemplo interesante que analiza Barabási es Researches on the Probability of Criminal and Civil Verdicts, la investigación de Siméon-Denis Poisson  en 1837. En ella, se demuestra que 4 de cada 1000 personas juzgadas  como culpables son inocentes, según el cálculo de probabilidades. Tu  puedes ser la persona más inteligente y suspicaz o las más limitada,  pero si formas parte en un jurado, reconocerás la verdad de un crimen en  el 90% de los casos. Pero nunca sabemos cuál se ha equivocado y cuál  estuvo correcto. El cálculo de probabilidades no analiza  individualmente, sino la acción colectiva y esto le otorga  predecibilidad. Usando la fórmula de Poisson, por ejemplo, se puede  saber cuántas llamadas de teléfono se harán en un lugar dado durante un  día, aunque no sepa cuando llamarás tu exactamente. También aquí  encontraríamos cientos de ejemplos.
La apuesta de investigación de Barabási es encontrar el dice gene  que regula nuestra carencia de predecibilidad. El tema de los burstsy  patterns es tan complejo que cuesta extraer conclusiones claras y  la lectura del libro me ha resultado densa por momentos, aunque imprescindible por tratarse de uno de los investigadores más atractivos dentro de la ciencia de las redes. 
 

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